miércoles, 29 de septiembre de 2010

6. El mejor día:)

Hoy era el primer lunes después de aquéllos apasionados besos que tuve con Lucas… No le había visto, porqué no pude, o tal vez porqué me daba vergüenza… quien sabe. En parte tenía ganas de verle, pero en parte no, no sabía que hacer ni decirle cuando le viera… Tenía miedo a que esos besos se hubieran quedado guardados en esa playa y que solo lo supiéramos nosotros, que nunca salieran a la verdad… y que nunca le importaron.
Faltaban cinco minutos para que tocara el timbre y Lucas no había venido, era extraño, siempre era muy puntual.
-Celine, ¿me estás escuchando? –dijo Marc. Estaba tan distraída pensando en Lucas que ni me acordaba que Marc me hablaba.
-Perdón, estaba pensando en otra cosa… -dije avergonzada.
-Por ahí viene. –informó.
-¿Qué? ¿A que te refieres? –dije sin entender.
-Qué por ahí viene Lucas. –dijo en un suspiro, se dio media vuelta y empezó a hablar con un amigo suyo. Creo que Marc se estaba empezando a enfadar conmigo, desde que Lucas estaba con nosotros, no paraba de hacerle caso, había pasado de Marc, demasiado diría yo… Me sentía mal, no quería que Marc se enfadara, pero, estaba tan pendiente de observar a Lucas, que se me olvidaba todo lo que me venía en mente.
Me di media vuelta como si no le hubiera visto, y me empecé a tocar el pelo, nerviosa, me mordí la uña del dedo índice. Hasta que sentí que una mano me rozaba el hombro, me giré deseando que ese alguien fuera Lucas, y en efecto, lo era.
Me miró con una sonrisa un poco tímida y me abrazo con delicadeza, me besó la frente y se despegó de mí.
-Hola. –dijo con una sonrisa.
-Hola. –logré decir con delicadeza. Lucas se me quedó mirando unos instantes, hasta que nuestras miradas se encontraron, aunque la desvié rápidamente con vergüenza.
Al minuto sonó el timbre y nos adentramos. Tocaba biología, sinceramente, no tenía ganas de hacer nada… pero, me senté en mi sitio y saqué rápidamente el cuaderno y el libro y los abrí en orden. Coloqué mi estuche y saqué los bolígrafos.
Cogí mi móvil y empecé a escribir un mensaje: Bueno cariño, quiero decirte que te quiero mucho, que eres genial... que en todo este tiempo no hay nada que me haga más feliz que tú... Que hoy me ha encantado cenar contigo, y que eres perfecto... Te quiero.

-Celine. -dijo Lucas tirándome una gomita en el pelo. Lucas en clase de matemáticas, se sentaba detrás mía. Me giré a ver que quería, tenía una sonrisa pícara, una de mis favoritas... Tiró un papelito al suelo, tiré el bolígrafo a la vez y los cogí a los dos. Guardé el bolígrafo en el estuche y abrí la notita.
Celine, a las tres y media en la fuente del parque de al lado del insti, necesito hablar contigo. Besos.
By: Lucas


Sonreí para mí misma.

-Ring. -sonó el timbre, era hora de patio. En dos horas me iba a encontrar con Lucas en el parque, tenía ganas de verle, pero en parte... tenía miedo, miedo a que nada volviera a ser como antes... A que en realidad no quisiera nada... Pero, lo único que podía hacer era esperar.
-Celine. -me giré, era Marc, una sonrisa dibujó mi rostro.
-Hola Marc. -dije dándole un abrazo.
-Celine, tengo una sorpresa para ti...
-¿El que? -pregunté impaciente. De repente, Noelia, mi mejor amiga salió de la cafetería, una sonrisa recorrió mi rostro y las lágrimas empezaron a caer sobre mis pómulos. Me saludó con la mano y vino a mi lado. Se paró en frente mía y me dio un abrazo, esos abrazos que necesitan los niños cuando se enteran de que "Papa Noel" no existe, o cuando se caen al suelo y empiezan a llorar.
Mis lágrimas empezaron a caer con fuerza.
-¿Qué haces aquí? -logré decir mientras me secaba las lágrimas. Me dio un beso en la mejilla.
-Pues, he venido a vivir de momento por aquí... Mis padres me han vuelto a traer, al final su promesa se cumplió. -dijo, ella también comenzó a llorar.
Noelia era la amiga que vino conmigo al campamento... Pero, un mes antes de que mis padres se murieran, tubo que mudarse a los Ángeles con su familia, su padre había encontrado trabajo y se tubo que ir... Hacía dos años que no la veía, y sinceramente, la había echado muchísimo de menos... Pensé que ese vacío que me había dejado nunca curaría... Y ahora que la tenía delante de mi cara, sabiendo que se iba a quedar a vivir un tiempo... Había cambiado las cosas.
-Tengo tantas cosas que contarte... -dije.
-Y yo. -dijo con una sonrisa.
-Bueno chicas, os dejo solas para que habléis, ya nos vemos luego. -dijo Marc mientras se iba.
Lucas apareció de repente. Me saludó y al ver a Noelia se paró.
-Hola Celine, ¿quien es?
-Soy Noelia. -se presentó a sí misma.
-Ah, encantado, yo soy Lucas. Bueno Celine, ¿a las tres y media no?
Afirmé con la cabeza, sonrió y se fue.
-Que guapo, ¿quien es?, ¿es tu novio? -preguntó ella.
-Bueno, a mí me gusta... y el otro día nos besamos. -dije un poco avergonzada.
-Pues suerte chica.
-Como te he echado de menos... -dije abrazándola con una sonrisa.

Ya eran las tres y media, estaba entrando por la entrada principal del parque, y en efecto, Lucas estaba ahí, dándome la espalda. Me acerqué con cuidado, le toqué los hombros, le asusté. Nos reímos al unísono. Se dio media vuelta y me miró a los ojos, su cara se volvió seria, me acarició la mejilla derecha con cuidado y delicadamente, la apretó y la acercó a mis labios. Fue un beso perfecto, uno inesperado, mágico... Especial.
-Celine, desde que te vi por primera vez no paro de pensar en ti... Pero, cuando nuestros labios se rozaron, supe que no podía dejarte escapar. No sé que sentirás exactamente tú por mí, ni tampoco puedo obligarte a que me quieras, pero... quiero estar contigo...
-Sí. -logré decir antes de que Lucas dijera algo más. -Sí, quiero estar contigo, te quiero.
Le besé.
-Te quiero. Lo prometo. -logró decir.
Y así, pactamos nuestra promesa con un beso.

martes, 28 de septiembre de 2010

5.El beso^^

Las cosas con Laura iban mejorando por momentos. Cada día estaba más simpática, más graciosa… Cada día me demostraba que había cambiado. Bueno, y con Marc cada vez iban mejor, nunca creí querer tanto a un amigo, le necesitaba siempre, tenía que estar con él, necesitaba contarle mis cosas, que ahora, eran muchas. Bueno, y Lucas, Lucas se había hecho indispensable para mí, le necesitaba en cualquier momento, era algo que quería tener a mi alrededor todo el rato… Era como, amor.

-¡Maaarc! –exclamé con una sonrisa. Se giró y me sonrió.
-Hola Celine.
-Gracias por venir.
Hoy era sábado por el mediodía. Había llamado a Marc para verle un rato, necesitaba verle, tenía que contarle tantas cosas…
-Sabes que siempre puedes contar conmigo. Bueno, ¿te apetece ir a mi casa y hablamos un rato?
-Claro.
Nos dirigimos hacia su casa. En el camino, todo eran risas, Marc no paraba de hacer bromas… Era el mejor amigo del mundo. Al llegar a su casa, saludé con cortesía a su madre y nos fuimos al salón de juegos. Como dije, su casa era muy grande, consistía con nueve habitaciones en total; tres cuartos de baño y una cocina. Había un ascensor incluido, era una casa con tres pisos. Sí, una mansión.
Subimos por el ascensor al segundo piso y fuimos al salón de juegos. Cogió el mando de la tele y nos sentamos en el sofá. Encendió la tele al minuto y se levantó para coger las cartas del UNO.
-Bueno, ¿con cuantas cartas quieres jugar? –preguntó mientras hacía caretos y me reía.
-Con quince. –dije entre risas.
Barajó las cartas y las repartió con habilidad. Me coloqué las cartas: cinco azules, tres verdes, tres amarillas, dos rojas y dos cartas de chupar por cuatro. La primera carta que hubo puesta en la mesa fue un ocho rojo. Tiré un tres rojo, Marc me siguió con un cambió de color a verde. Tiré un dos verde y el me tiró un chupar por dos, yo tiré un por cuatro, el me lo devolvió y yo lo devolví. ¡No tenía más! Se chupó doce cartas. Nos empezamos a reír a carcajadas.
Al final, ganó él… Era demasiado bueno, pero lo importante fueron las risas.
-Bueno Marc, ahora que ya nos hemos reído un rato… Me gustaría contarte una cosa, es que… bff, es tan difícil, es… Lucas.
-Te gusta. –dijo con una habilidad.
-Sí… espera, ¿cómo lo sabes?
-Celine, eres mi mejor amiga, te conozco demasiado… Esa mirada es la que tenías cuando aún querías a Jared… Cuando estás con Lucas sonríes sin querer, cuando estás con él es como si volaras… Cuando le miras, se reflejan en tus ojos ese sentimiento, y en los suyos también.
-Espera, espera. ¿Estás diciendo que yo le gusto a Lucas? –dije como si no me creyera lo que decía.
-Sí. Lucas te quiere, se le nota en la mirada, cuando os miráis hay algo… Sé lo que siente.
-No sé que decirte…

Se hicieron las seis y media. Estaba oscureciendo.
-¡Celine! –era Lucas, sin duda. No pude evitar sonreír.
-Hola Lucas. –dije dándole un abrazo fuerte, me lo devolvió. Lucas se estaba volviendo algo demasiado importante en muy poco tiempo.
-Celine, me voy a ir a la playa, ¿te vienes?
Asentí alegremente y nos dirigimos hacia la playa. Al llegar, el oleaje estaba bastante revuelto, no había nadie. Nos miramos y nos sonreímos. Dejamos las maletas en un rincón y nos quitamos los zapatos, empezamos a andar por la arena.
-Celine. –me llamó Lucas, me giré con una sonrisa y de repente –¡zas!- ¡me había tirado arena!
-¡Lucaaaas! –exclamé asombrada mientras me sacudía la arena. Al terminar, le perseguí a una velocidad muy rápida, pero no le alcanzaba… Se paró a respirar, me dio el suficiente tiempo para cogerle, pero se cayó al suelo y caí encima suya. Nos reímos al unísono. Me miró a los ojos, pude sentir lo que pensaba con solo una mirada. Fue una sensación extraña, era como si supiera todo lo que pensaba, todo lo que sentía con una mirada. Me levanté de encima suya y le tendí la mano para ayudarle. Me la estrechó, estiré, pero no se levantaba, hacía fuerza y yo no podía con él.
-Lucas, pesas mucho. –me quejé, se reía cada vez más y más. Hasta que al final se levantó con velocidad, tanta velocidad que se aproximó demasiado a mí. Sentí su respiración en mis labios. Su mirada se clavó en mis labios, hasta que se fue acercando a mí, tanto, que nuestras narices se rozaban. Se inclinó un poco, yo no me aparté. Me besó. Sentí sus labios sobre los míos, fue un beso mágico, se lo devolví. Me arrimó mi cuerpo contra el suyo con delicadeza hasta el punto que nuestros cuerpos se tocaban. Nuestro beso continúo a una velocidad frenética, hasta que se separó con delicadeza, me acarició el pelo y me besó en la frente. En ese momento sentí como lo necesitaba. Me abrazó con cariño y me acarició el pelo, estreché mis brazos en su cintura, levanté la cara y nos miramos a los ojos, me volvió a besar. Pero este beso fue un beso lento, delicado, con sigilo, como si fuera a romperme con un golpe.
Estaba en la arena, tumbada con los ojos cerrados, pensando en el beso, en el momento, en lo bien que me sentía… Pensando en que iba a pasar. De repente una melodía sonó en mi cabeza: Can we pretend that airplanes in the night sky are like shooting stars? I could really use a wish right now.
Airplanes, era una de mis canciones favoritas. Empecé a tararearla todo el rato, hasta que Lucas se aproximó a mí y me besó con dulzura. De repente, me cogió en brazos, y se fue acercando al agua.
-Lucas, ¿no serás capaz…?
-¿Qué no? Ya verás. –empezó a correr y me tiró al agua. Se empezó a reír a carcajadas, salí corriendo y le abracé por la espalda, con la intención de mojarle. Le abracé tan fuerte que lo fui acercando al agua, pero no podía con él, era imposible. Aunque conseguí mojarle los tobillos. Me abalancé sobre él de tal manera que se cayó al agua. Se levantó, nos miramos y empezamos a reírnos. Le abracé con fuerza y nos besamos, fue un beso salado, pero a la vez dulce, un beso eterno que era maravilloso para mí.

Llegué al orfanato empapada. Lucas me había acompañado. Cuando entré a mi habitación, vi a Laura que hablaba por teléfono, al mirarme se empezó a reír. Pero me fui al cuarto de baño, me duché y me puse en pijama. Me tumbé en la cama sin creerme lo que había pasado. Laura seguía hablando por teléfono, era Cristian. Se ve que Cristian le estaba pidiendo perdón.
-Cristian, yo te quiero… Pero, tú no confías en mí y eso me hace daño… -dijo Laura. Entonces pensé en Laura… Estaba segura de que lo que estaba diciéndole a Cristian le hacía daño, pero… era cuestión de orgullo. Aunque siempre hacía daño.
Laura empezó a llorar, me levanté de la cama y me senté a su lado, le abracé, ella pegaba sollozos. Cristian también lloraba, le escuchaba a través del teléfono. Entonces pensé que lo mejor sería que ella colgara y que hablasen cara a cara… Pero dejé de pensarlo y me centré en mimarla. Laura seguía llorando.
-Cristian… Yo, es mejor que hablemos de esto cara a cara. –y acto seguido colgó. Empezó a llorar con brusquedad, le abracé fuerte.
-Laura, no llores, mañana habla con él, verás que todo sale bien.
-Pero… ¿y si no sale? –preguntó con lágrimas en los ojos.
-Laura, sabes que te quiere… y sabes que tú le quieres. Te ha hecho daño, pero se ha arrepentido, ¿quieres mandar dos años a la mierda por un error?
-Tienes razón… Gracias Celine.

martes, 21 de septiembre de 2010

4.Recuerdos!(:

Aquélla misma noche no podía dormir. Me vinieron a la mente todos los recuerdos con Jared. Los buenos y los malos. No debería haberle dicho nada… y menos eso. Nadie sabía lo que había llegado a pasar con él, nadie. Excepto Lucas. Quizá sería porque necesitaba desahogarme. Poco después del accidente de mis padres, Jared comenzó las drogas y medio año después, lo dejamos…
Pensé en denunciarle, pero… ¿de qué servía? Ya estaba hecho, por una maldita denuncia no iba a significar recuperar mi dignidad… Las lágrimas derrochadas por él… Por mucho que le denunciara, solo sería un papel. Tampoco lo hice porqué tenía miedo, me sentía una mierda… No tenía ganas de existir, eso no haría nada.

-Celine. –dijo Jared con una sonrisa, me giré y le sonreí mientras le cogía la mano. -¿Sabías que yo te quiero verdad?
Sonreí lo más fuerte posible. Le apreté la mano y le abracé.
-Sí, te quiero, lo juro Jared, no sé que sería sin ti…
-Siempre juntos, siempre juntos. No lo olvides.
Le abracé lo más fuerte posible y le besé.
Otro recuerdo vino a mí. Jared había sido muy importante, lo admito… Pero, también fue mi peor pesadilla… Le quería tanto que, no podía hacerle daño. Al principio todo eran flores, mariposas… Un mundo genial, hasta que… Un día bebió, y bebió… Y se acostumbró, hasta el punto que cambió de tal manera que ya era irreconocible… Yo seguía queriéndole, pero… ya no era lo mismo, ahora el me ería, siempre lo hacia… Y dejaba que me pisara.
Me tumbé en la cama olvidándome de todo, o al menos, intentándolo. Cerré los ojos y pensé en dejar de existir un rato.
Ese era Jared. Pero, estaba sucio, parecía diferente, parecía agresivo.
-Celine, cariño ven conmigo. –grito desde lo lejos. En efecto, era él. Estaba rodeado de gente, demasiada gente que no me gustaba. Pero, le obedecí y me acerqué lentamente, con precaución. Tenía miedo, pero, era Jared. ¿Qué me iba ha hacer?
-Hola. –pronuncié delicadamente.
-¿Ésta es tu piba? –preguntó uno de sus colegas.
-Sí, ¿está buena eh? Pues es solo mía, mía y mía. –yo no soy de nadie, ya no. –pensé-.
-Bueno Jared, me voy, llego tarde. Ya hablamos mañana, cuando no apestes a alcohol y tabaco.
Me cogió del brazo, me lo agarró con brusquedad y me estiró hacia él. Intenté soltarme, pero me apretó tanto que me llegó ha hacer un cardenal.
-Te acompaño a casa. –dijo. Asentí con miedo. Quería llorar, pero eso solo empeoraría las cosas.
Se dirigió hacia un callejón sin salida, pensé que se abría equivocado, ya que estaba borracho. Pero se paró en seco y me sonrío ferozmente. Quise apartarme, pero no me dejaba moverme.
-Cariño, sabes que aquí no habrá nadie en toda la noche ¿verdad?
-Sí... Pero por favor Jared, llévame a casa. Te lo suplico.
-Te llevaré a casa, pero después de pasarlo bien.
Y acto seguido me fue desabrochando los pantalones. Le pegué una ostia en la cara, pero eso no lo frenó, al contrario, lo puso más y más agresivo. Cuando me bajó los pantalones, se desabrochó los suyos y se ajuntó a mí.
-¡Obseso sexual! Para. –exclamé con mucho miedo.
-Celine, podemos hacerlo por las buenas o por las malas. Tú decides.
Empecé a llorar por dentro y a gritar. Se me escapó un sollozo, pero el ni se inmutó. Me subió la camiseta hasta que tenía en vista el sujetador. Me los lamió con mucho placer, pero yo solo sentí dolor e impotencia. Me bajó las bragas y se bajó los calzoncillos. Se aproximó a mí y me violó. Quise llorar y apartarme de él. Pero el dolor seguía dentro, las lágrimas recorriendo mi seguían ahí. Yo pude ver como él disfrutada a mi costa, pero yo solo podía llorar. Hasta que me armé de valor y le pegué un empujón. Cayó al suelo y me vestí rápidamente. Salí corriendo mientras me ponía la camiseta. Pero de repente apareció por mi espalda y me empujó al suelo. Caí y lloré. Me pegó una ostia en la cara. Eso no me dolió, lo que me dolió era ver lo que había hecho de mí, lo mierda que me había tratado, lo imbécil que me sentía. Lo mierda que era.
Me pegó una patada y me escupió, me acurruqué a mi cuerpo y lloré. Cerré los ojos y dejé que todo desapareciera. Ojalá me hubiera matado, en vez de dejarme así, destrozada, con lágrimas en los ojos, sola, perdida, sin nadie.
De repente mis lágrimas volvieron a caer en mí. No pude evitar acordarme. Empecé a llorar y me abracé con fuerza. Pero de repente se abrió la puerta, Laura. Al verme, se impresionó y vino corriendo hacia mí.
-Celine, ¿qué te pasa?
Empecé a llorar, y le abracé, no pude evitarlo, pero ella no se apartó.
-¿Te han hecho algo? ¿Llamo a alguien?
Negué con la cabeza.
-Ya esta, estoy mejor… Solo quería desahogarme. Lo siento.
-Nada, tranquila.
Pero de repente, vi que Laura también tenía el rímel corrido. Ella también había llorado hoy.
-Laura ¿tú estás bien?
-Tampoco es nada, es solo que… Cristian y yo lo hemos dejado hace un rato… y no me siento muy bien.
Me quedé asombrada. Cristian y ella eran como uña y carne, cuando faltaba uno, no podía estar el otro… Eran como almas gemelas, llevaban dos años saliendo.
-¿Por qué?
-Pues… porqué Cristian cree que me gusta otro chico… Él es muy celoso, demasiado… y ahora siempre estoy con un amigo, pero no porqué me guste, sino porqué es mi amigo… y él cree que a mí me gusta él… Lleva así dos meses, y ya no podía más. Necesitaba decirle basta, y como no, dijo que si no quería que se pusiera así es por algo… Y dije: ¿A sí? Pues lo dejamos, si tanto desconfías de mí. Y me fui… ¿Crees que he hecho bien?
-Sí. Creo que has hecho lo mejor… Si dejas que te domine será peor.
-Gracias –dijo en un suspiro.-. Oye Celine, sé que no es que hayamos sido muy amigos éste último año… Pero, me gustaría pedirte perdón si me he portado cómo una inmadura… ¿Amigas? –dijo dándome la mano. ¿La acepto?
-Sí, no hay problema. –dije estrechándole la mano. Sí, mejor ser amigas. Me dio un abrazo y se lo devolví.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

3.La Playa!

Ya era la última hora de clase… Hoy terminábamos a la una, así que tenía el tiempo del mundo para hacer lo que me apeteciera…
Tocaba Lengua, el profesor Christian no había venido, así que nos dejaron irnos…

-¡Hey! Celine. –me llamó alguien por la espalda. Me giré, era Lucas.
-Hola Lucas. –dije con una sonrisa.
-¿Y Marc?
-Se ha ido ya a su casa, tenía que hacer cosas…
-Ahh… Oye, ¿tienes algo que hacer? –pronunció con una sonrisa.
-Mmm… -dudé-. No. –dije finalmente.
-¿Te apetecería ir a dar una vuelta? Si quieres después te llevo a tu casa…
¿Era una cita?
-Vale –afirmé con una sonrisa, ¿por qué no? Al fin y al cabo Lucas era simpático. -. Pero, ¿es una cita?
-Mmm… Dejémoslo como una quedada de amigos, ¿te parece? –preguntó indeciso.
-¡Claro!

Fuimos hacia la playa. Hacía frío, pero tenía ganas de sentarme en la arena y poder contemplar el mar…
-¿Y tú eres de Forks? –pregunté.
-No. Bueno, ahora sí, pero antes era de Nueva York…
Nueva York, me encantaba esa ciudad…
-¡Me encanta Nueva York!
-¿A si?
-Sí… -dije tímidamente…
-Es bonito, pero demasiado poblado y con mucha ciudad… ¿Ves? En Forks es más tranquilo, no hay tanta gente… Y no sé, encuentro un lugar con mucha paz.
-Sí, también es verdad. –objeté.

Llegamos a la playa en unos minutos. Soplaba un aire frío que te ponía los pelos de punta… Pero el mar estaba tan bonito, que me daba igual.
-¿Nos sentamos aquí? –pregunté impaciente con ganas de tocar la arena…
-Claro. Oye, tengo unos refrescos en la mochila que me he comprado en el instituto, ¿quieres uno?
-Sí, gracias.
-También tengo unas patatillas por si te apetecen…
-Gracias.
Lucas se tumbó en la arena poniendo su mochila como almohada. Miró hacia el cielo y cerró los ojos. Yo cogí el refresco y lo abrí. Bebí un sorbo e hice lo mismo que él.
Al cerrar los ojos recordé lo que me había pasado en clase… Ese sueño. El chico aquél era tan hermoso… tan agradable. Podía sentir como le quería… Solo que, no me sonaba de nada. Tenía un parecido a alguien, pero, ¿a quién?
Hubo un silencio largo… Pero no me sentía incómoda.
-Celine, ¿tú tienes novio? –dijo Lucas rompiendo el silencio. Seguía tumbado, con los ojos cerrados, así que seguí tumbada mirando el cielo. Estaba lleno de nubes.
-Pues no… Hace tiempo que no tengo novio. ¿Y tú?
-No… lo dejamos cuando me vine aquí. Teníamos pensado seguir en una relación a distancia, pero, al final no fue así.
-¿Por? –pregunté indecisa.
-Porqué las cosas habían cambiado… Y decidí dejarlo. Intenté que cambiara de idea, pero la decisión ya estaba decidida… Ahora solo me quedaba afrontarla. Pensé en irme de mi casa y huir con ella… Pero entonces me di cuenta de una cosa. Ella me hacía escoger entre mi familia y ella. Sabiendo que mi padre necesitaba estar aquí. Incluso mi padre le dijo que le pagaba los viajes de Nueva York hasta aquí. Pero ella lo quería todo y no podía ser. Un día antes de fugarme con ella, vi a mi padre destrozado, llorando. Mi madre tiene cáncer ¿sabes? Por eso hemos venido a vivir aquí… Y ahí me di cuenta que Giselle estaba siendo muy egoísta. Y me di cuenta que mi familia me necesitaba, no podía dejarlo todo por ella. Porqué mis padres no me hacían escoger, ella sí.
-Lo siento…
-No pasa nada. Giselle no era como creía, aunque llevásemos tres años, las cosas cambian –suspiró-. Bueno, dejemos de hablar de mí y hablemos un poco de ti. ¿Cuál fue tu último novio?
-Pues verás. Hará un año y seis meses, conocí a un chico… Jared. Era súper simpático, lo conocí en un campamento. Mis padres decidieron que fuera a un campamento para hacer algo en verano. Yo no quería ir, pero al final me convencieron. Fui con mi mejor amiga, Noelia. Y bueno, conocimos a mucha gente la verdad… Pero hubo un niño que me llamó la atención. Un chico alto, fuerte, con los ojos negros intensos y un pelo negro brillante. Era muy tímido, casi no hablaba con nadie, se parecía a mí.
-Una pregunta, ¿ese chico es Jared?
-Ajá. Como seguía… Un día teníamos que hacer parejas de cuatro, Noelia y yo íbamos juntas, y nos faltaban dos… Jared también iba con un amigo, Samuel. Como solo éramos dos, nos ajuntaron con ellos. Nos hicimos muy amigos, casi inseparables… Pero a mí me gustaba Jared, y Noelia le gustaba Samuel. Pero había un problema, los dos me querían a mí… Y Noelia se enfadó porqué creía que me gustaba Samuel, ya que solo le hacía caso a él… Pero no era por eso, era porqué a mí me daba vergüenza hablar con Jared… -suspiré- Y bueno, Jared me dijo que me quería… y se lo confesé, salimos. Noelia me pidió perdón por haber dudado de mí. Samuel se entristeció mucho, ya que él también pensaba que a mí me gustaba él…
-Joder, ¿qué lío no?
-Sí… Pero bueno, al final Samuel se fijó en Noelia y salieron… Poco después, Noelia se fue de la ciudad, se fue a Phoenix. Al principio teníamos contacto, pero después perdimos los números, nos dejamos de llamar, en fin, cosas que pasan. Samuel estaba destrozado, porqué él quería muchísimo a Noelia. Pero al final lo superó. Jared y yo seguíamos juntos. Nos queríamos a matar, cuando estábamos juntos, no había nadie ni nada que nos separara… Pero, Jared empezó a meterse en las drogas y en el alcohol. Intenté que lo dejara, pero se volvió adicto. Hasta el punto que perdió la cabeza, ya no era él. Aunque yo aún le quería. Pero él había cambiado, ya no era el chico dulce, ahora era un impotente que lo conseguía todo a base de ostias. Empezó diciéndome palabras que me herían, después poco a poco me iba haciendo más daño, hasta que un día, lo vi borracho en la calle, me llamó para que fuera con él. Me acerqué a su lado, apestaba a tabaco. Quise irme, pero se volvió agresivo y me pegó. Tuve que quedarme con él, pero me condujo a un callejón y bueno…
Empecé a llorar, las lágrimas me cayeron por mis pómulos. Pero Lucas me abrazó fuerte, tan fuerte que no sentí el frío.
-¡Lo siento! De verdad, no quería recordarte esto.
-Tú no tienes la culpa. –dije en un sollozo.
Lucas me siguió abrazando fuerte. Me acariciaba el pelo y me daba cariño, lo único que necesitaba. Me besaba el pelo dulcemente, se separó de mí unos centímetros.
-¿Estás mejor?
-Lo estaré.
Me volvió a abrazar y me beso en la mejilla.
-Pasará, lo sé. –me susurró.

sábado, 11 de septiembre de 2010

2.El nuevo♥

   No podía lograr ver nada. Un humo negro recorría mi visión. Agité mis brazos con todas mis fuerzas intentando que desapareciera. Pero un aire frío se lo llevó y dejó que se aclarara. Dos personas se reflejaban. Mis padres. Era imposible, mis padres estaban muertos, pero seguían ahí, cogidos de la mano, de pie, con una sonrisa.
   Una sonrisa dibujó mi rostro y mis brazos sintieron la necesidad de abrazarles. Mi padre seguía igual, su pelo negro brillante no cambiaba y sus ojos marrones seguían ahí. Había adelgazado un poco, pero seguía igual de robusto y fuerte. Mi madre seguía teniendo esa larga melena de color rubio con sus ojos azules intensos, que hipnotizaban.
Me hicieron una sonrisa corta. Me fui acercando a ellos con sigilo. Sus brazos estaban extendidos para recibirme. Hacía una eternidad que no les abrazaba, y ahora estaban ahí… Empecé a llorar mientras me acercaba más y más.
Pero de repente se fueron alejando en una nube de humo. Sí, se esfumaron. Mis lágrimas empezaron a caer sobre mis pómulos. Mis brazos vacíos buscaban calor. Fui tras la nube, pero era imposible, se habían esfumado. Desesperada, caí al suelo. Me acurruqué agarrándome las rodillas posando mi cara entre ellas. Mis sollozos iban aumentando, no me dejaban respirar. Sentí como el polvo llenaba todo mí alrededor de nuevo, hasta que no podía respirar y me volví débil, hasta el punto que dejé de sentir, mis ojos se cerraron y mi respiración dejó de funcionar.

   -Ring, ring. –sonó el despertador. Otra pesadilla. Llevaba tiempo soñando cosas así. Ya no podía más. Quería llorar, quería tumbarme en la cama y olvidarme de todo.
   Laura se movió de la cama y jadeó.
   -¿Qué hora es? –remugó. Miré el despertador.
   -Exactamente, las siete y un minuto.
   Sacudí la cabeza olvidando mi pesadilla. Me puse en pie y busqué mi uniforme. Laura dejó de remugar y se fue al baño. Yo ya me había vestido, así que cogí el peine y me miré al espejo. Esperé que Laura saliera del baño para poder entrar. Una vez dentro, me mojé el pelo y me lo peiné. Me costó quitar los enredos de mi larga melena rubia, pero una vez hecho, me hice una trenza dejándola caer por mi hombro derecho. Cogí el lápiz de ojos. Me pinté la raya y contemplé mis ojos azules.
   -Perfecto. –me dije en voz alta. Me sonreí y me dirigí hacia el cuarto. Laura estaba ahí. Perfecta, con su pelo largo marrón recogido en una coleta alta y sus ojos verdes pintados. Me miró y me sonrío. ¿Cómo? ¿Me había sonreído? Muy imposible en ella…
   -Celine, son las ocho menos veinte. Voy a ir bajando ya, ¿vienes? –preguntó haciendo un suspiro muy profundo. Vale, esa no era mi compañera de cuarto, pero, no tenía ganas de discutir, así que asentí con una sonrisa. Quizá estaba intentando que nos llevásemos bien, quien sabe. Cogí mi mochila y me arrimé a ella. Cerramos la puerta y la cerró con pestillo.
   Nos miramos, le sonreí inocentemente y me devolvió la sonrisa.


   Al llegar, nos dirigimos hacia el segundo piso. Me dirigí a la puerta ciento veintitrés, primero batxiller B. Y Laura se dirigió a la puerta ciento veinticinco, primero batxiller D.
Me senté en el banco y esperé a que llegase más gente… De repente, un niño pasó por delante de mí, no lo conocía. Tenía el pelo negro con los ojos azules intensos, un azul metálico. Era robusto y alto, con unos labios y una sonrisa preciosa. Era hermoso. Me lo quedé mirando, pero de repente, su mirada se encontró con la mía, sonrojada, la aparté tímidamente y miré al suelo. Pero él vino hacía mí, o hacía el banco.
   -Hola. –me dijo con una sonrisa. Le miré extrañada y le devolví la sonrisa.
   -Hola. –saludé incorporándome. – ¿Eres nuevo?
   Asintió con una sonrisa.
   -Sí, hoy es mi primer día de clase. Me han asignado en la clase de primero de batxiller B.
   Me quedé atónita, recordé el orden de lista de mi clase. Todos habían venido, excepto mi compañero de sitio, Lucas Dick.
   -¿Por casualidad no serás Lucas Dick?
   Me miró asombrado, como cuando un niño mira un mago.
   -Sí, ¿cómo lo sabes?
   -Porqué yo voy a primero de batxiller B y ayer todos vinieron, todos excepto mi compañero de sitio, tú.
   Sonrió felizmente. Bueno, el día se estaba empezando a mejorar, Laura me hablaba bien, tenía un compañero de sitio simpático, ahora solo faltaba que llegara Marc.
   -Pues me alegro que seas tú mi compañera. –dijo con una sonrisa.
   No pude evitar sonrojarme.
   -Gracias.
   -Una cosa, se me ha olvidado preguntarte como te llamas.
   Sonreí dulcemente.
   -Celine, Celine Anson.
   Nos estrechamos la mano con una sonrisa.
   Una avalancha de gente comenzó a pasar por el pasillo, pero logré ver a Marc por encima de todos.
   -Ahora vengo. –le dije a Lucas.
   Me dirigí hacia Marc, que al verme me sonrío y se acercó a mí y nos abrazamos, nuestro típico saludo. Lucas nos miraba desde el banco, bajó la cabeza.
   -¡Hola Maaaaarc! –dije con una alegría.
   -¡Hola! –dijo con una sonrisa. Me volvió a abrazar, le devolví el abrazo.
   Miré a Lucas, seguía tal cual, mirando el suelo. Cogí a Marc de la mano y lo dirigí hacia él.
   -Marc, éste es Lucas, mi compañero de sitio. ¿Te acuerdas que faltó ayer?
   Asintió serio.
   -Lucas, éste es Marc.
   Marc seguía mirándolo seriamente. Pero de repente una sonrisa recorrió su rostro y le dio la mano, Lucas se la estrechó sonriendo.
   -Encantado. –dijo Marc.
   -Igualmente. –dijo en un suspiro. Sonó el timbre. La profesora de guardia abrió la puerta. Me dirigí a mi mesa y me senté. Lucas me miró a través de la puerta, le levanté la mano y se sentó a mi lado.
   La profesora de naturales entró por la puerta. Que horror, esa profesora estaba amargada.
   -Buenos días chicos y chicas. –dijo alzando la voz.
   -Buenos días Srta. Rose. –dijimos a coro.
   -Bueno, ayer os expliqué el tema sobre la biodiversidad, así que abrid la página once y haced los ejercicios: uno, dos, tres y cuatro. Comenzad ya, poned la fecha. 13 de Septiembre del 2010

   Abrí el cuaderno, escribí la fecha y la página con los ejercicios. Lucas estaba escribiendo ya el enunciado el ejercicio número uno. Frunció el ceño y me miró.
   -Oye Celine, ¿te puedo hacer una pregunta? – me susurró para que nadie me oyera.
   Asentí.
   -Marc y tú sois…
   -Mejores amigos. –dije antes que dijera la palabra novios.
   Se asombró.
   -Yo creía que eráis…
   -Lo sé, mucha gente lo piensa, pero no es verdad… Solo que nos queremos mucho. –dije en una sonrisa.
   -Gracias por responder, era una duda que tenía. –dijo riéndose felizmente.
   -De nada.


   -Yo te quiero. –pronuncié delicadamente.
   -Ya lo sé Celine… Yo también te quiero, más que a mi vida, lo juro… Pero, hay algo que me impide unirme a ti… Necesito tiempo, te he hecho mucho daño. Recuérdalo…
   -¿Y? Mira… Yo te quiero, tú me quieres. ¿Por qué no podemos estar juntos? Te necesito a mi lado, siempre te he necesitado… y tú a mí también, ¿qué más da los demás?
   Se quedó en silencio.
   -Lo sé… Tendría que preocuparme en estar contigo y no perder el tiempo jugando a los soldaditos… Pero, Celine, entiéndeme… He sido un inmaduro y un gilipollas… Creo que mereces a alguien mejor.
   -No –pegué un sollozo. -. Yo solo te necesito a ti.

   -¡Celine! Sé que mis clases no son muy divertidas, pero es hora que dejes de soñar despierta y contestes mi pregunta. –exclamó Margaret, la profesora de matemáticas.
   Me quedé parada, no sabía que me había pasado. ¿Había soñado despierta? No entendía nada… Me sentía tan avergonzada, ¿qué me había pasado? ¿Aquello era un sueño?
   -Lo siento Margaret… No sé en que estaría pensando… ¿Me podría volver a explicar la pregunta?
   -Celine, siempre has sido una alumna estudiosa, por favor, no te despistes… Ocho elevado a tres… ¿es?
   Me quedé pensando. ¿Se creía que era una máquina o algo? A ver, si ocho por ocho era sesenta y cuatro… ¿Sesenta y cuatro por ocho era…?
   -Quinientos doce. –respondí sin miedo. Todos me miraron asombrados.
   -Muy bien Celine, espero que no te vuelvas a despistar. –me felicito.
   Sonreí dulcemente.
   -¿Cómo lo has sabido? –preguntó atónito Lucas.
   -Era fácil. –vacilé con una sonrisa. Se rió.

jueves, 9 de septiembre de 2010

1. El comienzo.

Hoy tenía clase de biología a primera hora, que horror, otra vez escuchar a la pesada esa… A segunda y tercera hora tenía educación física, y yo con la regla… A cuarta hora tenía plástica, una de las asignaturas buenas del día. A quinta, tutoría, la segunda asignatura más buena del día… A sexta hora historia, ojalá la Sra. Margaret esté de buen humor y nos ponga una película. Y a séptima hora inglés, que ilusión. –Lo pensaba con sarcasmo.-
Hoy era un día normal como podéis ver, aburrido, pero normal. Mi vida había cambiado durante los últimos meses… Mis padres habían muerto en un accidente de tráfico, no pudieron hacer nada por ellos. Desde entonces, vivo en un orfanato, mi tío Lenny no podía hacerse cargo de mí, ya que trabaja en negocios y siempre estaba de viaje…
Mi habitación del orfanato está bien. No es muy grande, pero es lo suficiente para mi compañera Laura y yo. Laura era una chica superficial, pija, prepotente, plástica… ¡Repelente! Casi nunca nos hablábamos, lo máximo: Hola y Adiós.
Realmente no tenía una vida como se dice ejemplar. Lo admito, era una mierda, pero me servía, quizá no tenía una casa, una familia a la que abrazar y poder amar… una compañera de cuarto decente; un horario perfecto, pero tenía a mí mejor amigo, Marc. Él le daba sentido a mi vida, él era como un hermano, sabía que hacer y decir en cualquier momento, me entendía. Era perfecto.
Marc era un chico robusto, alto, con los ojos verdes y un pelo negro intenso ordenadamente desordenado, era guapísimo, lo admito. Pero nunca había llegado a sentir una atracción mucho más fuerte que la amistad que teníamos… Lo conocí en mi primer año en el orfanato, en el instituto… Él no era huérfano, vivía en un chalet a pocos minutos del orfanato. Había ido unas cuantas veces a su casa. Su madre era encantadora, una mujer no demasiado mayor, con un cuerpo bastante delgado, con unos ojos verdes intensos y una melena rubia lo suficiente larga. Su padre era un hombre muy alto, robusto, con unos ojos azules, pero no un azul claro, un azul como el azul oscuro del fondo del mar, dónde no ves el final... un azul así y tenía el pelo moreno, muy moreno. Los tres eran muy blancos de piel.
Marc era un muchacho de dinero, ya que mi instituto era privado. Yo tampoco me quedaba corta, mis padres eran gente de dinero, y al fallecer me habían dejado una herencia demasiado grande… Pero de eso se encarga mi tío.


Ya habían terminado las clases de hoy, habían sido bastante aburridas… Marc se quedó conmigo en la biblioteca, teníamos que hacer un trabajo de historia, -Mesopotamia-.
-Déjame buscar algo en el ordenador. –dije con una sonrisa de oreja a oreja.
-Claro. –dijo levantándose de la silla. Me senté rápidamente y empecé a buscar información. Mientras tanto, Marc, buscaba información en los libros.


Esa tarde en la biblioteca fue genial. Marc me hacía reír constantemente, incluso haciendo un trabajo.
-Celine, ¡quita tu ropa de mi cama! –exclamó Laura, ya empezaba a gritar, ¿no podía callarse un rato?
-Ya voy. –dije en un suspiro.
Retiré la ropa delicadamente para no arrugarla y me tumbé en mi cama. Estaba agotada, hoy había sido un día muy largo. Me dormí en cuestión de minutos.