martes, 28 de septiembre de 2010

5.El beso^^

Las cosas con Laura iban mejorando por momentos. Cada día estaba más simpática, más graciosa… Cada día me demostraba que había cambiado. Bueno, y con Marc cada vez iban mejor, nunca creí querer tanto a un amigo, le necesitaba siempre, tenía que estar con él, necesitaba contarle mis cosas, que ahora, eran muchas. Bueno, y Lucas, Lucas se había hecho indispensable para mí, le necesitaba en cualquier momento, era algo que quería tener a mi alrededor todo el rato… Era como, amor.

-¡Maaarc! –exclamé con una sonrisa. Se giró y me sonrió.
-Hola Celine.
-Gracias por venir.
Hoy era sábado por el mediodía. Había llamado a Marc para verle un rato, necesitaba verle, tenía que contarle tantas cosas…
-Sabes que siempre puedes contar conmigo. Bueno, ¿te apetece ir a mi casa y hablamos un rato?
-Claro.
Nos dirigimos hacia su casa. En el camino, todo eran risas, Marc no paraba de hacer bromas… Era el mejor amigo del mundo. Al llegar a su casa, saludé con cortesía a su madre y nos fuimos al salón de juegos. Como dije, su casa era muy grande, consistía con nueve habitaciones en total; tres cuartos de baño y una cocina. Había un ascensor incluido, era una casa con tres pisos. Sí, una mansión.
Subimos por el ascensor al segundo piso y fuimos al salón de juegos. Cogió el mando de la tele y nos sentamos en el sofá. Encendió la tele al minuto y se levantó para coger las cartas del UNO.
-Bueno, ¿con cuantas cartas quieres jugar? –preguntó mientras hacía caretos y me reía.
-Con quince. –dije entre risas.
Barajó las cartas y las repartió con habilidad. Me coloqué las cartas: cinco azules, tres verdes, tres amarillas, dos rojas y dos cartas de chupar por cuatro. La primera carta que hubo puesta en la mesa fue un ocho rojo. Tiré un tres rojo, Marc me siguió con un cambió de color a verde. Tiré un dos verde y el me tiró un chupar por dos, yo tiré un por cuatro, el me lo devolvió y yo lo devolví. ¡No tenía más! Se chupó doce cartas. Nos empezamos a reír a carcajadas.
Al final, ganó él… Era demasiado bueno, pero lo importante fueron las risas.
-Bueno Marc, ahora que ya nos hemos reído un rato… Me gustaría contarte una cosa, es que… bff, es tan difícil, es… Lucas.
-Te gusta. –dijo con una habilidad.
-Sí… espera, ¿cómo lo sabes?
-Celine, eres mi mejor amiga, te conozco demasiado… Esa mirada es la que tenías cuando aún querías a Jared… Cuando estás con Lucas sonríes sin querer, cuando estás con él es como si volaras… Cuando le miras, se reflejan en tus ojos ese sentimiento, y en los suyos también.
-Espera, espera. ¿Estás diciendo que yo le gusto a Lucas? –dije como si no me creyera lo que decía.
-Sí. Lucas te quiere, se le nota en la mirada, cuando os miráis hay algo… Sé lo que siente.
-No sé que decirte…

Se hicieron las seis y media. Estaba oscureciendo.
-¡Celine! –era Lucas, sin duda. No pude evitar sonreír.
-Hola Lucas. –dije dándole un abrazo fuerte, me lo devolvió. Lucas se estaba volviendo algo demasiado importante en muy poco tiempo.
-Celine, me voy a ir a la playa, ¿te vienes?
Asentí alegremente y nos dirigimos hacia la playa. Al llegar, el oleaje estaba bastante revuelto, no había nadie. Nos miramos y nos sonreímos. Dejamos las maletas en un rincón y nos quitamos los zapatos, empezamos a andar por la arena.
-Celine. –me llamó Lucas, me giré con una sonrisa y de repente –¡zas!- ¡me había tirado arena!
-¡Lucaaaas! –exclamé asombrada mientras me sacudía la arena. Al terminar, le perseguí a una velocidad muy rápida, pero no le alcanzaba… Se paró a respirar, me dio el suficiente tiempo para cogerle, pero se cayó al suelo y caí encima suya. Nos reímos al unísono. Me miró a los ojos, pude sentir lo que pensaba con solo una mirada. Fue una sensación extraña, era como si supiera todo lo que pensaba, todo lo que sentía con una mirada. Me levanté de encima suya y le tendí la mano para ayudarle. Me la estrechó, estiré, pero no se levantaba, hacía fuerza y yo no podía con él.
-Lucas, pesas mucho. –me quejé, se reía cada vez más y más. Hasta que al final se levantó con velocidad, tanta velocidad que se aproximó demasiado a mí. Sentí su respiración en mis labios. Su mirada se clavó en mis labios, hasta que se fue acercando a mí, tanto, que nuestras narices se rozaban. Se inclinó un poco, yo no me aparté. Me besó. Sentí sus labios sobre los míos, fue un beso mágico, se lo devolví. Me arrimó mi cuerpo contra el suyo con delicadeza hasta el punto que nuestros cuerpos se tocaban. Nuestro beso continúo a una velocidad frenética, hasta que se separó con delicadeza, me acarició el pelo y me besó en la frente. En ese momento sentí como lo necesitaba. Me abrazó con cariño y me acarició el pelo, estreché mis brazos en su cintura, levanté la cara y nos miramos a los ojos, me volvió a besar. Pero este beso fue un beso lento, delicado, con sigilo, como si fuera a romperme con un golpe.
Estaba en la arena, tumbada con los ojos cerrados, pensando en el beso, en el momento, en lo bien que me sentía… Pensando en que iba a pasar. De repente una melodía sonó en mi cabeza: Can we pretend that airplanes in the night sky are like shooting stars? I could really use a wish right now.
Airplanes, era una de mis canciones favoritas. Empecé a tararearla todo el rato, hasta que Lucas se aproximó a mí y me besó con dulzura. De repente, me cogió en brazos, y se fue acercando al agua.
-Lucas, ¿no serás capaz…?
-¿Qué no? Ya verás. –empezó a correr y me tiró al agua. Se empezó a reír a carcajadas, salí corriendo y le abracé por la espalda, con la intención de mojarle. Le abracé tan fuerte que lo fui acercando al agua, pero no podía con él, era imposible. Aunque conseguí mojarle los tobillos. Me abalancé sobre él de tal manera que se cayó al agua. Se levantó, nos miramos y empezamos a reírnos. Le abracé con fuerza y nos besamos, fue un beso salado, pero a la vez dulce, un beso eterno que era maravilloso para mí.

Llegué al orfanato empapada. Lucas me había acompañado. Cuando entré a mi habitación, vi a Laura que hablaba por teléfono, al mirarme se empezó a reír. Pero me fui al cuarto de baño, me duché y me puse en pijama. Me tumbé en la cama sin creerme lo que había pasado. Laura seguía hablando por teléfono, era Cristian. Se ve que Cristian le estaba pidiendo perdón.
-Cristian, yo te quiero… Pero, tú no confías en mí y eso me hace daño… -dijo Laura. Entonces pensé en Laura… Estaba segura de que lo que estaba diciéndole a Cristian le hacía daño, pero… era cuestión de orgullo. Aunque siempre hacía daño.
Laura empezó a llorar, me levanté de la cama y me senté a su lado, le abracé, ella pegaba sollozos. Cristian también lloraba, le escuchaba a través del teléfono. Entonces pensé que lo mejor sería que ella colgara y que hablasen cara a cara… Pero dejé de pensarlo y me centré en mimarla. Laura seguía llorando.
-Cristian… Yo, es mejor que hablemos de esto cara a cara. –y acto seguido colgó. Empezó a llorar con brusquedad, le abracé fuerte.
-Laura, no llores, mañana habla con él, verás que todo sale bien.
-Pero… ¿y si no sale? –preguntó con lágrimas en los ojos.
-Laura, sabes que te quiere… y sabes que tú le quieres. Te ha hecho daño, pero se ha arrepentido, ¿quieres mandar dos años a la mierda por un error?
-Tienes razón… Gracias Celine.

2 comentarios: