viernes, 29 de octubre de 2010

11. La película de miedo.

   Dicen que después de una gran caída, todo cambia. Que después de la tormenta, aparece el sol... Yo sinceramente, creo que si algo pasa, es porqué tenía que pasar. Sí te duele, no es un castigo, sino una enseñanza. Que aunque la vida te de las mil para llorar, tú le demuestras que tienes mil y una para sonreír. Porqué, por mucho que quieras llorar, nada cambiará, porqué aunque grites, sabes que nadie te escucha.

   Me desperté aquella mañana pensando en que iba a hacer hoy, recordando cada detalle que existe en mi mente. Miré el reloj, las ocho y veinte. Muy pronto. Hoy era día dos de diciembre. Era fiesta. Decidí levantarme, era mi tercera noche en mi nueva casa. Todo era distinto, diferente... Echaba de menos las risas con Laura, pero, a la vez, todo era genial.
   Hoy mi tío tenía que irse a una reunión muy importante, iba a estar sola en mi casa hasta mañana por la tarde, así que decidí llamar a Noelia, Marc, Lucas y Laura, sería genial si hoy hacía una fiesta pijama con ellos.
  
   -¿Lucas? -dije a través del teléfono.
   -Sí, hola cariño. -respondió él.
   -¿Te vienes hoy a mi casa? Es una fiesta pijama. Lenny se va, y he invitado a Marc, Noelia y Laura, bueno, Marc y Laura vendrán, Noelia no lo sé... ¿tú te vienes?
   -Claro, me alcilo pelis de miedo, ¿te parece?
   -Buena idea, pero solo con dos condiciones. -dije jugetona.
   -¿Cuálas? -preguntó con el mismo tono.
   -Te sientas a mi lado para verlas, y tienes que dormir conmigo. -dije, una risita se apoderó de mí.
   -Pues claro.
   -Pues hasta entonces, a por cierto, a las dos y media en mi casa. Te quiero.
   -Te quiero.
   Colgué, ahora solo faltaba llamar a Laura.
   -¿Laura?
   -¡Hola!
   -¿Te vienes hoy a mi casa a dormir? Voy a hacer en mi casa una fiesta pijama con Marc, Noelia y Lucas. 
   -¡Vale! -dijo con una gran energia.
   -Oye, tengo una idea. ¿Quieres que venga Christian? Marc y él son muy amigos, a ver si se lleva bien con Lucas ¿no?
   -Vale, perfecto, pero iré a las cuatro o así ¿vale?
   -Sí, hasta entonces. Cuidate.

   Encendí la tele, echaban una de mis películas favortias; ¡titanic! Era la primera película que me emocionó de pequeña, siempre me acordaré que, cuando la descubrí, estaba con Noelia, me vicié a esa película, siempre que estaba con ella, le suplicaba que me la pusiera... Ella, siempre me concedía el favor, pero, de tanto verla, ¡la llegó a odiar! En cambio yo, la llegué a adorar.
   Empecé a verla, estaba en la parte cuando Jack y Rose están en la fiesta de tercera clase. Me parecía muy injusto que todo tubiera que estar clasificado, ¿acaso hará algo más por tener dinero? Sí... comprar cosas, pero, he descubierto, que la mayoría de gente rica, es borde, ignorante, arrogante... Es alguien que se cree superior por lo que posee, y así, le hace inferior.

   Llegó la hora de la comida, tenía poca hambre, así que me hice un sanwitch de queso y jamón york. Lo comí y decidí subir con el ascensor a la tercera planta; era enorme, había tres habitaciones, de las cuales, una de ellas estaba llena de mesas, con ordenadores, era más bien un despacho. La otra estaba con dos camas y un mini salón, era preciosa, era más pequeña que mi habitación, pero seguía siendo preciosa. Me di cuenta, que aun había una escalera, decidí subir, había una puerta, me recordó a las típicas películas de miedo, cuando alguien entra a un desván y está lleno de trastos... Pero, esta vez fue diferente. El desván era precioso, estaba iluminado con una ventana que había encima del techo, dentro de él había un gran piano, era precioso. Yo sabía tocar el piano, de repente me acordé de cuando era pequeña, cuando iba con mi abuelo, él me enseñó a tocar. Siempre que estaba con él, componíamos canciones, era muy divertido. Pero, con nueve años, decidió enseñarme Sonata Claro de Luna- Beethoven. En unos meses la aprendí, pero al cabo de medio año, la supe tocar sin faltas, esa canción era mi favorita, me inspiraba la tristeza y el miedo. Pero, a la vez la valentía. Era una canción que siempre había adorado, hasta que, mi abuelo murió, dejé de tocar el piano, tenía trece años. Mi abuelo era muy importante para mí, perderle fue como arrancarme gran parte de mí, por eso, decidí dejar de tocar el piano, ya que siempre que veía uno me recordaba a él. Hoy, era la primera vez, que veía uno, después de cuatro años. Pero le iba ha hacer frente, decidí coger unas hojas que tenía en mi cuaderno, hay tenía muchas canciones que me enseñó.
   Bajé corriendo las escaleras, llegué a una mochila, dónde estaba mi gran cuaderno, lleno de canciones, volví a subir y me senté frente al piano, cerré los ojos, recordando el rostro de mi abuelo.
   -Si lo hago, es por ti. -susurré. Sonreí y empecé a tocar la quinta sinfonía de Beethoven. No me salió muy bien, pero, algo era algo. Es verdad eso que dicen, nunca olvidarás tocar el piano, es como montar en bici, una vez que se aprende, no se olvida.

   Ya era la hora, bajé al comedor y encendí la tele, aparté los sofás y puse unos cuántos colchones grandes y muy cómodos, todo quedó perfecto, coloqué las palomitas en el microondas unos minutos y tocaron el timbre. Noelia fue la primera en llegar.
   -¡Hola! -dijo nada más entrar por la puerta. -Marc está de camino, ahora vendrá. 
   Cerré la puerta, solo pasaron treina segundos y volvieron a tocar, Marc.
   -Hola Marc. -dije dándole dos besos.
   -Hola Celine. Tóma, traigo estas patatillas. -dijo dándome una bolsa. Noelia también llevaba una.
   -La mía es de bebidas. -dijo con una sonrisa.
   -Gracias chicos, bueno, voy a colocar las cosas. 
   Noelia se quedó mirando la casa sorprendida.
   -Es muy grande. -dijo.
   -Lo sé... tres pisos y un desván. ¡Hay ascensor! -dije.
   -Ya me doy cuenta. -dijo entre risas. 
   -Es súper grande, creo que sobra espacio para dos personas... -dijo Marc.
   -Lo sé, pero, no sé... está bien y... ¡me encanta!
   -¿A quién no? -dijo Noelia. 
   -Ja, ja, ja. -reí. -Bueno, vamos a la cocina. 
   Caminamos un poco para llegar, pero estaba cerca. Puse las bebidas en la nevera y las patatillas las puse en un bol. Tocaron la puerta. 
   -Voy. -dije. Me acerqué con una sonrisa, Lucas estaba al otro lado de la puerta, le besé en la boca con suavidad y le invité a entrar. Fuimos los dos a la cocina, se saludaron con una sonrisa y llevamos las patatillas al salón.
   Al cabo de una hora, tocaron la puerta, Laura y Christian.
   -Hola chicos. -dije, entraron y nos sentamos en los colchones. Pusimos la película, El grito 2. La uno ya la habíamos visto, así que decidimos poner la dos. Era una película de miedo, o al menos a mí me lo daba, pero a la vez me daba risa, la chica esa me parecía muy graciosa arrastrándose por los suelos.
   La película estaba intersante, pero, tenía que agarrarme al brazo de Lucas, porqué sino me daba bastante miedo. Porqué, cuando estaba en sus brazos, nada me daba miedo, cuando su mirada se postraba en la mía y me agarraba, nada me hacía temblar. Al parecer a Laura le pasaba lo mismo con Christian, no podía soltarle, para ella, solo existía él y para mí, solo existía Lucas.
   De repente, mientras veía la película, apareció el niño debajo de un pupitre, no me lo esperé y pegué un grito, no fui la única, también asusté a Noelia. Todos se rieron, pero, a mi me daba pavor. Lucas me miró a los ojos divertido, sonrió al ver mi cara asustada y me besó, ahora ya no me centré en la película, sino en él, en su beso, en sus manos, me centré en su amor. Emezamos a besarnos, nos tumbamos tontamente en los colchones y nos empezamos a besar. Al cabo de un rato nos incorporamos, pero yo seguía pegada a él, besándole, yo seguía a su lado. Entonces un pensamiento rodeó por mi cabeza "mío, solo mío". Sí, para mí Lucas era solo mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario