viernes, 8 de octubre de 2010

7.La reconciliación(L)

   Hoy faltaban quince días para mi cumpleaños… Sinceramente, no tenía ganas de celebrar nada. Para mí iba a ser otro año vacío, sin mis padres, y lo más probable es que mi tío no pudiera venir por su trabajo… Lo único bueno, ese día iba a cumplir mi primer mes con Lucas… Hoy era nuestra segunda semana, sí, la mejor de todas sin duda… La verdad, des de que Lucas estaba en mi vida, todo eran risas, era el hueco que faltaba en mí… Lo único malo, Marc se estaba empezando a alejar de mí, y me dolía…


   -Marc, ¿Puedo hablar contigo…? –dije con un hilo de voz… Hacía una semana que Marc apenas me miraba.
   -Sí, dime. –dijo bastante seco. Eso, me dolió. Antes siempre eran abrazos, buenos tonos… y ahora que todo era diferente pues… dolía.
   -Veras, desde hace una semana, noto que estamos distanciados… Yo, Marc, ¿te he hecho algo para ofenderte? Si es así… lo siento. –dije mirando el suelo.
   -No, no me has hecho nada en especial pero… desde que le tienes a él veo que ya no me necesitas… -dijo triste.
   -Oh Marc, ¡estás celoso! –dije entre risitas.
   -No… -dijo poniéndose rojo. -¿Qué más me da si estás con él?
   -No sé, eres tú quien pasas de mí.
   -Mentira, tú pasaste de mí desde que llegó él, y me sentó mal. Así que decidí dejarte con él ya que es quien te hace feliz. –dijo.
   -Vale, lo siento… pero, ¿nunca te ha pasado que quieras tanto a una persona que solo te centras en ella, que todo lo demás desaparece, que quieres que te preste atención, que solo necesitas su mirada para sonreír? –dije, de repente, me sentí bien, mejor… Sí, así me sentía cuando estaba con Lucas.
   Marc se quedó mirando al suelo, pensando.
   -Sí… -dijo demasiado triste. –Vale, te entiendo, no puedo culparte por sentir eso por Lucas. Me alegro por ti, de verdad. Lo siento si me puse tonto, pero, sí, te echaba de menos. -¿Abrazo? –dijo en un intento de sonreír.
Pues claro. –dije, le di un abrazo muy fuerte, le di un beso en la mejilla y me separé. –Bueno, me tengo que ir, que he quedado con Laura para ir de compras. –dije con una sonrisa.


   Al salir de la puerta del instituto, una mano me roza la espalda. Sonriendo, me doy la vuelta. Lucas está ahí, con una mirada hermosa, y unos ojos azules demasiado sinceros. Sin decir nada, me besa con una intensidad y me abraza. Sí, le quiero más de lo que la gente se cree.
   -¿Dónde vamos a ir? –preguntó mientras me cogía la mano y me la contemplaba.
   -Yo tenía pensado ir de compras –dije con una sonrisa pícara. -. Necesito comprarme unas cosas… -dije con una mirada de suplicación.
   Sonrió y me beso la frente.
   -Vale, pero con una condición. –dijo aún más sonriente.
   -¿Qué?
   -Yo te invito a cenar. –dijo giñándome un ojo.
   -Vale. –dije, me ofreció su mano para cumplir el pacto. Se la estreché.
   -A mí me gusta más pactarlo así. –y lentamente, le cogí de una solapa de la camisa y lo incliné hacia abajo, dejando su cara enfrente la mía, y le besé.
   -Me encanta tu forma de pactar. –dijo juguetón.
   Sonreí feliz, sí, eso era amor.


   Al llegar al centro comercial. Un montón de tiendas nos rodeaban, los ojos me brillaban al ver tanta ropa, pero más por sentir la mano de Lucas sobre la mía.
   Mientras caminaba, una tienda me llamó la atención, nos adentramos y contemplamos la ropa. Yo no paraba de tocar las cosas.
   -Oh, ¿los has visto? ¡Son preciosos! –dije mientras unos pantalones tejanos me alumbraban la vista.
   -Sí… -dijo en un suspiro. –Pruébatelos a ver que tal, si tanto te gustan.
   Después de escuchar eso, cogí los pantalones rápidamente, con una camiseta de manga larga de pico. Me adentré a los vestuarios y me desvestí, me puse con rapidez la ropa y me contemplé en el espejo, sí, los pantalones eran perfectos. Me levantaba la camiseta mientras me miraba las piernas y la barriga. Lucas, que él es así de educado, abre las cortinas y sonríe.
   -Estás preciosa.
   -Ya pero…
   -¿Pero qué? –dijo sin dejarme terminar.
   -¿No crees que he engordado un poco? –dije mientras me miraba la barriga.
   -¿Tú eres tonta? Estás perfecta cariño, de verdad. –dijo mientras me besaba.
   -Gracias… -dije no muy convencida.
   -Como vuelva a escuchar que eres gorda te pego eh. –me amenazó con una sonrisa. Sin decir nada, cerré las cortinas y sonreí para mí misma. Sí, yo también era una de esas niñas tontas que cuando le habla, sonríe.


   Después de comprarme la camiseta y los pantalones. Encontré un vestido azul con un estampado de flores, precioso, demasiado precioso… Y por supuesto, me lo había comprado.
   Llegamos al restaurante dónde Lucas quería invitarme a cenar. Mientras pedíamos la bebida y la comida, miré por última vez el vestido.
-¿Te lo has pasado bien? –pregunté.
-Sí, si estoy contigo, no me importa donde esté. –dijo cogiéndome de la mano. No pude evitar ruborizarme, pero sabía, que eso me había encantado.
   Al cabo de un rato, la camarera nos trajo la cena. Para mí una ensalada con pollo y para él, unos macarrones con queso gratinado. Lo terminamos rápidamente. Pagamos y salimos.
   -Ha sido fantástico. –dije con una gran sonrisa.
   -Lo sé. –dijo muy satisfecho. Nos sentamos en un banco, eran las nueve de la noche, hacía frío pero por suerte, tenía una chaqueta para protegerme del frío… El cielo estaba oscuro, solo las luces del faro y las de las estrellas alumbraban, apenas había gente, era perfecto, nos levantamos y nos pusimos en el césped. Nos tumbamos mirando las estrellas. Una estrella fugaz apareció de la nada.
   -Mira, ¡una estrella fugaz! Pide un deseo. –dije mientras pedía el mío: que este momento no cambie.q
   -Ya está, ¿qué has pedido? –dijo.
   -No puedo decirlo, si lo hago, no se cumple. –dije sacándole la lengua.
   -Pues yo he pedido que nada ni nade me haga olvidarme de ti. –dijo con una sonrisa. Le abracé súper contenta y le besé con fuerza. Me agarró de la cintura y caí encima suya, le abracé y volví a mirar el cielo.
   -Me encanta este paisaje. –dije.
   -A mí me encanta .
Le volví a besar; que esto nunca termine, que esto nunca termine. –me repetí en mi mente varias veces.






   Por otro lado.
Un cielo gris se acercaba, el viento agitaba su pelo hacia todos los lados, hasta que una ráfaga de viento le trae su olor, su perfume… De repente, la nombra y la piensa, sí, ella sigue siéndolo todo para él, sigue llorando cada noche pensando en lo imbécil que fue al perderla… Pero también sabe que las cosas han cambiado, pero que por nada del mundo, le van ha hacer cambiar de opinión, porqué él la quiere y ha vuelto a por ella…
   -Lo siento Celine, te prometo que no lo hice con mala intención. –dice mientras una lágrima cae en su mejilla. Sí, ha vuelto a Forks para volver a verla.

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